Perspectiva



Alexander Graham Bell escribió una vez: “Cuando una puerta se cierra, hay otra que se abre”, un dicho muy popular y extendido a día de hoy. Lo que poca gente sabe es que el dicho continúa con una parte no tan optimista pero no menos cierta que dice así: “pero nosotros demasiadas veces miramos tan largamente y con pesar hacia la puerta que se ha cerrado, que no vemos las que se abren para nosotros”.

Y eso es verdad. Es importante recalcar que no soy una persona que se rinda a la primera —puede que incluso peque de lo contrario—, por lo que nunca os diré que dejéis en paz una puerta que se ha cerrado. Si el camino que queréis hacer pasa por esa puerta, id y abridla, actuad, no os quedéis mirándola. Porque seguro que en vuestra vida se os cerrarán muchas puertas —algunas en los morros, otras antes siquiera de que las visualicéis— y, si os rendís a la primera de cambio y buscáis otro camino diferente al vuestro cada vez que una de éstas se cierra, os acabaréis quedando sin caminos que recorrer.

Porque habrán puertas que no se abrirán a la primera, ni a la segunda ni a la tercera. Y tendréis la tentación de daros la vuelta e iros. Pero, ¿qué pasaría si detrás de esa puerta está lo más maravilloso que vayáis a vivir nunca? ¿Y si no? Sólo hay una forma de comprobarlo: pasando a través de la maldita puerta. Si se cierra, abridla. Si no se abre, volved a intentarlo con más ímpetu. Y si no, derribadla. Acabad con ella, pulverizadla, que no os deje sin saber lo que hay detrás.

Pero…
Pero siempre hay puertas irrompibles, caminos prohibidos, puentes que no comunican, callejones sin salida.
Y, si por más que lo intentas esa puerta está sellada, nada puedes hacer. Tómate tu tiempo, te hallarás exhausto y necesitarás descansar. Pero, una vez repuesto, piensa que si esa puerta estaba cerrada a cal y canto era por tu bien. Aunque en lo más profundo de tu ser no lo creas así, piénsalo para poder marcharte. Para poder dejar esa puerta en paz y no hacer como dijo Bell, obsesionarte tanto con ella que puedas perderte otras que se abren. O que abren.

Porque quizás haya alguien que consiga abrir una puerta cerrada, que tú cerraste. O quizás haya quien espere tu llegada aun sin ser consciente de ello, que aguarde a que abras, esta vez sí, la puerta correcta.
Y puede que ambas puedan acabar como la mejor experiencia de tu vida, pero si te quedas en el recuerdo de aquella puerta que jamás se abrió, nunca lo llegarás a saber. Y sería una verdadera pena.


Al fin y al cabo, esta entrada va de abrir puertas y no de encontrarlas abiertas, que hay una gran diferencia. Y de saber dejar atrás aquellas que permanecerán selladas a tus manos, empeño e ilusión.

Y sé que es difícil, porque ni siquiera yo estoy seguro de si sabría ponerlo en práctica. Pero esto trata de escribir cómo pienso, no cómo actúo. Aunque espero actuar como pienso en un futuro, habrá que esperar para verlo.

Comentaris

Entrades populars