Escudos
Todos tenemos un método de autoprotección. Algo así como un escudo,
aquello con lo que nos podemos defender de cualquier cosa y de cualquiera. Y
hay veces que, si eres hábil, consigues que ese escudo te envuelva, como si de
un caparazón se tratase. Y está bien, es la mejor manera que hay de sentirse
seguro.
Pero hay algo que suele fallar, y es que el escudo nunca será totalmente
impenetrable, tiene sus grietas, por donde algo se puede colar. Y eso es una
gran putada, porque aquello que entra te hiere y el método de reacción es el
obvio: reforzar el escudo, tapar esas grietas para que nada más pueda entrar y
te haga daño. Puede que durante un tiempo te sirva, pero la reparación no es
perfecta y puede que ese algo u otra cosa se vuelva a colar, te vuelva a herir.
Y ahí es donde empieza el bucle.
El bucle de empeñarse en defenderse, en reparar aquellas brechas
irreparables, en cerrarse, en no sufrir daños. Y, obviamente, esa es la mayor
tontería que se puede hacer. Porque, spoiler: te van a herir, vas a sufrir. Es
ley de vida. Ahora, puedes elegir vivir plenamente, vivir alegre y sin miedo
hasta el batacazo o, por el contrario, estar a expensas de que pase. Y si tu
decisión es la segunda opción, respetable, seguramente te autosermonees (sí,
creo haberme inventado una palabra) sobre tu predicción, e incluso puede que te
sientas orgulloso de haber estado vaticinando ese momento y que no te duela
tanto por lo esperado.
Pero entonces es que nunca has hecho una excursión, ni aprecias la
montaña, ni has cogido un coche para perderte en algún lugar, ni has deambulado
sin rumbo por las calles de Barcelona. Porque, si no, te darías cuenta de que,
aunque el resultado pueda ser decepcionante, hay veces en las que el camino supera
con creces el final. Y porque para triunfar en esta vida (a nivel totalmente
personal, jamás de cara al público) necesitas deshacerte de ese escudo, porque
la vida no está hecha para vivir siempre a la sombra, siempre con miedo.
Y hay dos maneras de lograr escapar de tu propio escudo. La primera, que
lo resquebrajes desde dentro, que lo rompas, porque nadie conoce mejor su
propia estructura que su creador. Y la segunda, que venga alguien que, en vez
de intentarse colar en él, buscando cualquier brecha de la que aprovecharse, te
lo quite de encima, sin preámbulos, del todo. Yo no pretendo ser un ejemplo
para nadie, no aspiro a ser ninguno de estos tipos, pero aun así, ahí vamos,
deseando ver un mundo de gente sin escudo, sin miedo, que se peguen unos
batacazos de libro, de los que te hacen arrepentirte de habértelo quitado.
Hasta que le den importancia al camino recorrido hasta ahí. Y, sobretodo, hasta
que se den cuenta de que una vida nunca sigue un solo camino, siempre se
bifurca en muchos aspectos: sueños, ambiciones, frentes abiertos… Y, aunque
esto choque, por mucho que en alguno de estos aspectos se halle el fracaso, en
muchos otros no estará. Por más que lo busques, incluso que lo provoques porque
lo creas irreal, no estará. Solo conseguirás lo que buscabas desde un
principio, aunque no creyeses en ello, aunque temieses de verdad conseguirlo.
Increíble, ¿verdad?
Bueno, pues esto os lo cuenta alguien que hace poco tiempo se deshizo de
su escudo. Y se deshizo de él con una facilidad tan pasmosa que no pudo creer
no haberlo hecho antes. Y le das vueltas y vueltas, y te sientes pequeño y
débil, sin esa red de seguridad de antaño, expuesto a que te hagan daño. Pero
así es como se debe vivir, con plenitud, sin ver venir las hostias de la vida,
que las habrá. Pero también disfrutando más de todo, más aún de los éxitos, de
la justa recompensa a una vida de riesgos o, como dirían los amantes de los
clásicos, de los finales felices. Y también os incluyo en el pack el hecho de
que decidáis sobre rayaros o no —que no “rallaros”, se ve que la palabra viene
de raya—; sobre sufrir por cosas vacuas, por cosas importantes o por nada en
absoluto; sobre darle importancia a aquello que no lo merece, a lo que sí lo
merece o a nada en absoluto.
Todo está en vuestra mano. Y puede que el camino que haya tomado no sea
el mejor, pero hoy os ha escrito esto alguien que ya lo tiene decidido.
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada